El chico que dibujaba constelaciones.

Alice Kellen | Planeta Editorial | 304  págs | 15.10€ | Autoconclusivo | Español | Comprar aquí

Esta es una historia de amor, de sueños y de vida. La de Valentina. La chica que no sabía que tenía el mundo a sus pies, la que creció y empezó a pensar en imposibles. La que cazaba estrellas, la que anhelaba más, la que tropezó con él. Con Gabriel. El chico que dibujaba constelaciones, el valiente e idealista, el que confió en las palabras «para siempre», y creó los pilares que terminaron sosteniendo el pasado, el ahora, lo que fueron y los recuerdos que se convertirán en polvo.

Conocí a  Alice Kellen justo en el momento en el que publicó una trilogía en la editorial Titania. No sabía que también contaba con libros autoeditados ni tampoco que ya había escrito bajo su nombre real en Montena. A decir verdad, siempre me ha costado mucho conectar con sus historias, pero no he dudado en seguir dándole oportunidades. Todos me decían que este era uno de sus mejores libros y no dudé ni un segundo en ponerme en marcha y probar su pluma de nuevo. 

'Los recuerdos malos también somos nosotros.

Voy a empezar comentando la trama de la novela. Viajaremos hasta Valencia, pero no tendremos muchos datos de ambientación y este ha sido el principal punto negativo que le visto a esta novela. Nos iremos y moveremos entre las épocas de los años sesenta hasta la actualidad por lo que pasear por las calles de Valencia en esa época hubiese sido un auténtico placer. Me hubiese introducido mucho mejor en la trama, hubiese conectado muchísimo mejor con toda la época y la parte histórica de la novela. La narración estará contada desde el punto de vista de Valentina, una de las protagonistas, y en primera persona. Además, no será en presente sino que todo será relatado pasados unos años y en el momento en el que nuestra protagonista ya es una anciana. Aunque creo que se puede deducir, es importante recalcar que no tendremos ningún giro argumental, pero la trama es muy dulce y tierna y sin lugar a dudas hace que disfrutes muchísimo de la historia de estos protagonistas si necesidad de acción.

Prosigo la reseña hablando de los personajes y es que todos ellos me han gustado. Tanto Valentina como Gabriel son dos protagonistas completamente redondos y llegaremos a conocerlos tanto física como psicológicamente. Algo que me ha gustado mucho es que a pesar de que nos movemos en las épocas ya mencionadas y que Valentina sigue ese historial de obediencia a un hombre, ellos serán diferentes y aportarán esa pizca de revolución a su época. No tendremos muchos personajes secundarios, solo los justos y necesarios para aportar lo suficiente a la trama y casi se desarrolla con normalidad.

En lo referente a la estructura de la novela, contamos con 41 capítulos a lo largo de sus 304 páginas por lo que podemos decir que cada división tiene una media de siete páginas. Como siempre digo, esto es un valor aproximado, porque recuerdo haber encontrado capítulos cuya extensión no era más de una. Creo que la novela en sí es bastante rápida, pero no es un punto negativo puesto que la historia debe tener esa extensión. El principio no se hace nada atropellado teniendo en cuenta que nos situamos en una época anterior a la nuestra y los romances se forjaban con más velocidad que ahora, y el final llega en su justa medida. 

'―Mi preciosa Valentina… ―susurraste. ―No me dejes nunca, Gabriel'.

Al ser lo primero que leía de ella, era evidente que desconocía la pluma de la autora en su totalidad. Como ya he dicho anteriormente este es el cuarto libro que intento leer de ella y es el único con el que he llegado a conectar de verdad. Hace uso de un lenguaje bastante tierno, coloquial y formal junto a escasas descripciones y un poco de más narración que diálogo si hacemos un análisis en general. Lo único que me ha fallado es el exceso de frases y palabras demasiado rebuscadas y bonitas, puesto que he llegado a sentir a los personajes un poco superficiales y no sacados de una realidad como era la España de los años sesenta. Algo que me ha gustado mucho es que hay muy pocas escenas sexuales y las que hay se encuentran relatadas con mucha elegancia y es que ya sabéis que no me gusta el vocabulario vulgar en este tipo de escenas. Estoy segura de que le seguiré dando oportunidades a pesar de que me cueste más que con otras autoras conectar con lo que escribe.

En conclusión, «El chico que dibujaba constelaciones», ha sido una primera toma de contacto con la autora, al fin. Una historia con dos protagonistas entrañables y con una historia de amor digna de ser contada en una época tan bonita como la España de los años sesenta a ochenta. Sin duda alguna, un libro perfecto con el que empezar a conocer a la autora; no os defraudará, estoy segura.